El viento… hoy necesito el viento colándose por las rendijas de la ventana. Hoy necesito las contraventanas golpeando y rompiendo el ulular del aire.
Necesito un café cortado, calentito, y mi cigarrillo.
Necesito sentarme en mi sillón orejero y mirar a la gaitera que me observa desde el cuadro.
Necesito…
Un sorbo de café. Es descafeinado, por las horas.
Mi cigarrillo… Lucky.
Lo enciendo.
Una calada larga. Inclino mi cabeza hacia atrás y dejo que el humo se escape hacia en techo. Las sombras juegan en él… una mosca pesada me fastidia la escena. La maldigo, pero… la da igual, ni se inmuta. Sigue fastidiándome el juego de las sombras, las luces, el humo expandiéndose en el techo…
La vida. La muerte. Juegan… jugamos con ellas. No pensamos en la muerte, salvo cuando aparece. No pensamos en que nuestra gente se irá un buen día. Ni siquiera cuando sabemos que el fin está próximo.
Saber.
Saber o no saber, he ahí el dilema.
Esta semana supimos. Ya sabíamos, pero esta semana… supimos. Todo se puso en orden. Él morirá. Pronto.
Él no lo sabe. No lo ha oído de nadie. Pero lo siente. Lo empezó a sentir antes de que los demás atáramos cabos. Vitó con todas sus fuerzas ir al médico, no fuera que se lo dijeran en voz alta. Le daban mareos cuando iba, se ponía nervioso, se caía en medio de la noche… no quería saber.
Una calada… retengo el humo, pero se me escapan unos jirones… lo expulso con decisión, otro sorbo de café… me quedo exhausto en mi butaca orejera.
Una lágrima.
Soy casino, ya lo sé. Por eso estos días procuro no hablar con demasiada gente. Esto me… su médica está más preocupada por mí que por él. ¿Te has hecho a la idea?…
Una calada. El cigarrillo se acaba. Como la vida.
Lo apago suavemente. Como la vida se apaga en él…
Lo miras y… sabes, no puedes sentir todo el rechazo que te ha producido hasta hace poco. Es un pobre hombre, desvalido, que se hacía fuerte con las debilidades de los cercanos. Un hombre que hacía daño, y lo hace. Pero a él, también le han llegado las decepciones. Esos a los que premio con su admiración, le han dado de lado. A esas que premió con su tiempo, con su cariño, el que apenas dio a otros, le han dado de lado. No pueden dedicarle ni un par de horas a la semana, ni una llamada al día. Me da pena, no lo puedo remediar. Me da pena escucharlo decir: “Estamos solos”.
Él siente que se va. Él jugó a decir que le gustaría irse… ¡mentira! No quería… pero ahora sí se va. Y estos días que quedan, semanas, quizás algún mes… con al sentencia dictada, con todos esperando que suceda y a ser posible que no moleste mucho… Es curioso que yo sea al que más despreció… es curioso… Es curioso que a los que se dedicó con más ahínco, nada quieren saber. Mejor cualquier desconocido antes de que ellos tengan que pasar un par de horas con él.
El café se ha quedado frío, pero da igual. Lo apuro. Encendería otro cigarrillo, me pondría otro café, pero debo dormir. La vida es terrible estos días.
Quizás ahora, mientras apago las luces de la habitación, mientras las sombras se funden en negro esperando otro momento propicio para seguir con sus juegos… quizás… pueda entender por qué estoy aquí, por qué me empeño en intentar hacer lo que el quisiera, por qué no hago la vida más fácil para mí…
¿Me he hecho a la idea de que él se va?
Creo que no.
No me entiendo.
No entiendo lo que quiero ni lo que siento.
No entiendo lo que hago.
Una pregunta me persigue: ¿por qué?
No sé.
La mosca sigue jodiendo. ¡Jodida mosca!
Ahora viene mi frase. Una frase que ahora mismo, no siento ni practico.
Déjate besar y abrazar, todo será mucho más bonito.