Unas piernas cruzadas sobre un puff, o ¡Malditos los días en que todo se tuerce!

No veía el momento de llegar a casa. De sentarme en mi sillón orejero, encender un cigarrillo, y darle vueltas a mi café. Cortado. Con leche fría.

No veía el momento en poner mis piernas sobre el puff, la izquierda cruzada sobre la derecha, o viceversa, y cinco minutos de un lado, y otros cinco de otro, y vuelta a empezar.

Tenía ganas de perder mi vista en mi amiga la gaitera.

Fin de semana largo.

Todos los Santos.

El 2 de noviembre, día de los fieles difuntos.

Mi amiga la gaitera… 2 de noviembre, su santo. Es fiel difunta. Es a lo único que posiblemente le seamos fieles todos: a la defunción.

Tenía ganas de poner el portátil en mis piernas, cruzadas la derecha sobre la izquierda, y apoyadas ambas en el puff, con un cigarrillo en una mano, las volutas de humo saliendo entre mis labios, y mi taza de café. Cortado con una poca de leche.

Y escribir.

Apago el cigarrillo.

Un sorbo de café.

Una mirada a la gaitera.

Ni una línea emborrona la pantalla del portátil. Ni siquiera una mísera palabra.

¿Cómo explicar la frustración? ¿La ira que sale imparable de lo más profundo de nuestro espíritu? ¿De mí espíritu? ¿Cómo describir la desesperanza de poder un día dominar las situaciones, de tener fuerzas para luchar, cual Quijote, contra los molinos de viento? Sobre todo si algunos de esos molinos los tienes dentro de ti… de mí.

¿Cómo describir, sin ser aburrido, la desesperanza de que hasta el más pequeño detalle salga mal? Y la imposibilidad de romper la tendencia. Actitud, dicen muchos, incluido yo. La actitud es capaz de mover montañas. De cambiar el negro por el blanco. ¿Será cierto? ¿Será?

Yo este fin de semana lo intenté. Pero todo se confabuló. Hasta hace apenas media hora, en que cumpliendo mis anhelos de sentarme en esta butaca orejera, abrí la puerta, y recibí el indiferente y jodido saludo “del hombre pegado a la queja”.

Justo antes, Dos horas de atasco.

Dos horas para 5 km.

Bonito final. Aunque bien mirado, era el único final posible, para la “función” del fin de semana de los Todos los Santos, año del Señor, 2010.

Si quisiera escribir una novela sobre este fin de semana, podría titularla: “Un gilipollas y dos amigos, en busca de una varita mágica”. Ó “… en busca de un rayo de sol”. Ó “Tratado de las pequeñas cosas que pueden salir mal, y salen mal”.

Os he mentido. Sí he emborronado el papel en blanco del OpenOffice. Solo era un recurso literario.

Apartaré ahora, si me permitís, el portátil y lo dejaré sobre la mesa. Encenderé otro cigarrillo, después de ponerme otro café, cortado un una gota de leche, y descafeinado, por la hora, e intentaré cerrar los ojos, y perderme en el mundo de los sueños. Mientras mi gaitera preferida, me mira desde el cuadro, y vigila mis sueños. En la noche de los Fieles Difuntos.

 

Antes de todo esto, os recuerdo:

“Déjate besar y abrazar, todo será mucho más bonito”.

 

PD: Yo este fin de semana, ni besos, ni abrazos. ¿Para qué forzarlos ni malgastarlos? En casa del herrero… en casa del Predicador…

 

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