Hubo una época en que casi todos los post de este blog, los escribía con un cigarrillo en la comisura de los labios, un café en la mesita de al lado, sentado en una butaca orejera, y con la señora del cuadro mirándome.
Pasa el tiempo, pasan las costumbres.
El café y el humo mecían mis pensamientos. La señora del cuadro, vigilaba. La noche y su silencio especial mee acompañaban.
Entonces las cosas eran distintas. Aunque ahora me pongo a pensar y no las veo tan distintas.
Sigue siendo de noche. Sábado noche. Cine. Hoy ha sido triste la película. Hoy ha sido triste por todo. He reconocido a alguien que no debía haber reconocido. Era mejor así, pero por una vez mi memoria y mi poca capacidad de reconocer rostros se han puesto de acuerdo.
Antes había historias bonitas por aquí. Estaban los chicos de la gorra y sus amigos, sus historias bonitas, historias de amor, de garra, de superación. Eran monos, majos. al final todo ese mundo se esfumó. Magia. Está, ya no está. Está, ya no está. Ya no estuvieron nunca más.
Llevo tiempo pensando que las vidas imaginarias, los mundos irreales son mucho más bonitos que los terrenos. Tenemos muchas veces un interés desmedido y contraproducente por conocer lo que hay detrás de las historias que leemos en un blog. Conocer al autor, saber el color de sus ojos. Oír su voz… la cadencia de su habla, la música de sus palabras. Incluso a veces queremos verle el culo. Otras veces te mandan el culo sin haberlo pedido, pero eso es otra historia.
Las historias que nos inventamos, las historias que vemos en la televisión, en el cine, que leemos en un blog, o en un Faceboook… con lo bien que nos sientan, con lo que las disfrutamos… ¿para qué queremos saber más del que lo escribe, del que lo interpreta? Es mejor que nos quedemos con lo bien que hace su papel Fulanito de tal, en lugar de querer saberlo todo, conocerlo… ¿Y si le huelen los pies? ¿Y si es un antipático? ¿Y si es un tocapelotas? ¿Y si no se ducha? O es un tacaño…
… o es mentira.
Ahora seguiría carteándome con los chicos de la gorra. Escribiría sobre ellos, me inventaría historias para solucionar sus problemas. Me sentiría bien por ello, me sentiría útil. Abriría el correo y tendría una larga carta contándome sus cosas. Y ellos vendrían, vendrían los papis, vendría el juez, el fiscal, el cura, la amiga, los músicos.
Pero un viernes eran, y el sábado… se esfumaron al ritmo de un concierto.
Saber a veces es contraproducente. Está muy sobrevalorado.
Con la prima de riesgo pasa lo mismo. Si en realidad vamos a vivir igual en el 450 que en el 425. En realidad el titular va a ser que llega a los 500 a las 10,21 h. pero si baja 50 puntos a las 12, el titular seguirá siendo: llegó a los 500 puntos. Pero escuchas música, no te enteras, eras muy feliz, y al cabo de unos días, la prima está en los 390.
La verdad… conocerla. ¿Existe la verdad? ¿Qué somos de verdad? Yo mismo, ¿existo? ¿a alguien le importa si existo? Qué soy ¿Mi verdad? ¿Tú verdad?
Nada.
A veces es mejor no saber. Es mejor disfrutar… porque hay que reconocer que algunos se inventan vidas muy entretenidas.
PD.En realidad, todo esto es una mentira también. Porque he dicho que es mejor no saber, pero… al final siempre querré saber. Porque a veces no vale con las historias leídas, con los personajes virtuales. A veces es preciso abrazar. Besar. Y esto me viene muy bien para acabar como corresponde en estas páginas:
Déjate besar y abrazar, que todo será mucho más bonito.
Va sin corrección ni enmienda. Tal y como fue parido.